BOLETÍN Nº7

ESTRÉS, SISTEMA INMUNOLÓGICO Y DESARROLLO DE        ENFERMEDADES AUTOINMUNES.

¿EL ESTRÉS CONTRIBUYE AL DESARROLLO DE ENFERMEDADES AUTOINMUNES?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción». El cuerpo humano está preparado en forma natural para reaccionar frente ciertos niveles de estrés liberando adrenalina y cortisol, hormonas que nos permiten estar alerta y protegernos ante situaciones amenazantes o de peligro, el problema radica cuando el estrés se prolonga en el tiempo y se torna crónico, pudiendo afectar nuestro sistema inmune y nuestra salud.

“El estrés es una patología que puede revestir gravedad y se ha relacionado con el envejecimiento prematuro y con la aparición de las enfermedades autoinmunes” (5).

Diario mejor con salud

Cuando el sistema del estrés se activa, se afectan los sistemas nervioso, inmune y endocrino, como lo publica la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SSI). Existe una relación entre el estrés y la reducción de la función inmune al darse una menor respuesta proliferativa de linfocitos a mitógenos, descenso de IgM y de la respuesta humoral a la inmunización. 

Cuando las preocupaciones y la tensión se viven en forma permanente o de manera crónica se disminuye el número de células B, que son aquéllas que producen anticuerpos, así como la funcionalidad y la actividad de las células NK (Natural Killer por sus siglas en inglés). Ambas están dentro del grupo de los linfocitos y tienen una función primordial en la defensa del organismo ante infecciones bacterianas, virales y micóticas. El problema radica frente a situaciones amenazantes prolongadas. Esta función puede afectarse por la liberación exagerada y sostenida de adrenalina y cortisol, con el objetivo de proveer energía para hacer frente a las demandas externas”, explica la doctora Carolina Díaz, inmunóloga de Clínica Las Condes (2).

 La adrenalina es la hormona encargada de activarnos y ponernos alerta en situaciones de tensión, aumentando la frecuencia cardiaca, elevando la presión arterial y aumentando la energía y el cortisol es la hormona que actúa aumentando los niveles de azúcar en la sangre y mejorando el uso de la glucosa y la reparación de los tejidos.

Habana radio 8 enero 2016

El exceso de cortisol, derivado del excesivo nivel de estrés, tiene consecuencias negativas sobre varios sistemas y órganos de nuestro cuerpo. Tales efectos negativos son:

Cerebro: problemas para conciliar el sueño, la mente entra en una etapa de declive, lo que deriva en la pérdida de concentración y en fallas en la memoria.

Sistema digestivo: la excesiva presencia de cortisol en el organismo afecta de forma directa en la absorción de nutrientes. Por lo tanto, el organismo no recibe la cantidad de vitaminas y minerales adecuados, sino un porcentaje notoriamente menor. A su vez, produce inflamación e irritación en la mucosa del intestino, lo cual puede derivar en úlceras, colitis y en el síndrome de colon irritable.

Sistema inmunológico: el estrés es uno de los grandes responsables en el deterioro de nuestras defensas naturales, ya que el exceso de cortisol deprime nuestro sistema inmunológico, exponiéndonos a alergias, enfermedades pulmonares y bronquiales y a patologías autoinmunes, tales como la enfermedad de Addison o el vitíligo.

Los principales factores de riesgo que pueden desencadenar el lupus son los factores genéticos y los cuadros de estrés, siendo este último un factor decisivo.

Piel:  cuando nuestro cuerpo produce más cortisol del necesario durante un tiempo prolongado, la piel experimenta un envejecimiento prematuro, luce opaca, reseca y se descama. En casos más graves, manifiesta este desequilibrio a través de la erupción de un brote de acné o de herpes.

Sistema sexual y reproductor: los hombres pueden experimentar una disfunción eréctil, mientras que las mujeres pueden desarrollar infertilidad, ya que las hormonas sexuales necesarias para una normal ovulación se producen en las mismas glándulas que segregan el cortisol.

Nivel cognitivo: cuando el estrés se vuelve crónico, es posible que derive en demencia.

Metabolismo: debido a que el exceso de cortisol genera retención de las grasas dentro de las células, independientemente de si comemos mucho o de forma escasa, es muy probable que desarrollemos sobrepeso.

Sistema cardiovascular: el estrés prolongado puede generar alta presión arterial y, eventualmente, enfermedades cardíacas que podrían derivar en infartos. No es un mito que el estrés nos puede matar. 

Elissa Epel, PhD, ha investigando durante más de una década el tema en la Universidad de California, en San Francisco, donde dirige el Centro para el envejecimiento, el metabolismo y la emoción. Trabaja con frecuencia junto a Elizabeth Blackburn, PhD, ganadora de un premio Nobel en 2009 por su investigación sobre los telómeros.  Los telómeros son una cubierta protectora al final de una hebra de ADN. Cada vez que una célula se divide, pierde un poco de sus telómeros. Una enzima llamada telomerasa puede reponerla, pero el estrés crónico y la exposición al cortisol disminuyen su suministro. Cuando el telómero está demasiado disminuido, la célula a menudo muere o se vuelve pro inflamatoria, llevando al proceso de envejecimiento, junto con los riesgos para la salud asociados a este hecho (6).

“En un estudio elaborado con ratones se detectó que al someterlos a un mayor estrés los ratones liberaban niveles más elevados glucocorticoides, lo que provocaba el mal funcionamiento del sistema inmune”. 

 Doctora Marbella Chávez Solano (1).

El sistema psiconeuro-inmunoendocrino (PNIE) y adolescente


Estar expuestos durante mucho tiempo a situaciones permanentes de tensión puede aumentar la posibilidad de padecer patologías relacionadas con:
 

  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Problemas digestivos.
  • Dolores de cabeza.
  • Problemas al corazón.
  • Problemas de sueño.
  • Aumento de peso.
  • Deterioro de la memoria y de la concentración.
  • Desarrollo de enfermedades autoinmunes.

Síntomas del estrés en el sistema inmune:

  
 

  • Infecciones recurrentes (resfríos, bronquitis, sinusitis, diarreas, etc).
  • Aparición de herpes simples recurrentes.
  • Verrugas recurrentes y/o de difícil manejo.
  • Presencia de moluscos contagiosos en adultos.
  • Aparición de Herpes Zoster, incluso un primer episodio en personas jóvenes.
  • Respuesta inadecuada a vacunas.
  • Aparición de hongos (candidiasis) orales o esofágica.

En las situaciones de riesgo de hoy en día como problemas sentimentales, económicos, laborales aparte de múltiples reacciones que se desencadenan, se activa el eje hipotálamo hipofisario adrenal, un sistema hormonal directamente relacionado con la respuesta al estrés. Así, ante una noticia estresante, nuestro hipotálamo cerebral inicia una cascada hormonal en cadena que estimula la hipófisis, que a su vez refuerza la descarga de cortisol por parte de las glándulas suprarrenales, que estimula la segregación de adrenalina para poder o bien “luchar” o bien “salir corriendo”. 

El problema es que el cortisol, que ya es conocido popularmente como “la hormona del estrés”, tiene un efecto catabólico sobre la glutamina que alimenta los enterocitos del epitelio o revestimiento intestinal. En nuestro intestino tenemos una cadena fina de células llamadas enterocitos, que son las encargadas de filtrar el paso de microorganismos al sistema inmune. Estos enterocitos se alimentan de un aminoácido llamado glutamina, un exceso de cortisol degrada la glutamina y por ende, acaba destruyendo los enterocitos. En consecuencia, se forman pequeñas filtraciones dentro del epitelio intestinal, y esto es lo que popularmente se conoce como “intestino irritable”. Es por ello que, siempre que se diagnostique una enfermedad autoinmune, hay que pensar en intestino irritablecolon irritable, o permeabilidad intestinal. En consecuencia, el desgaste del sistema inmune comienza a saturarlo, e incurrimos en déficit de unos linfocitos que se llaman “T reguladores”. La merma de estos linfocitos implica un fenómeno conocido como mimicry molecular. Ello significa que el sistema inmune, por agotamiento, no sabe distinguir entre buenos y malos, de forma que parte del tejido del sistema inmune comienza a ser atacado por el propio sistema inmune, y muere como consecuencia de lo que militarmente se conoce como “fuego amigo”.

En los casos de estrés crónico el nivel de cortisol en la sangre es permanentemente elevado, esta hormona se acopla entonces a los receptores en la superficie de ciertos glóbulos blancos, que en consecuencia secretan menos interleucina-1-beta reduciendo la eficacia del sistema inmunitario, teniendo en cuenta que la interlucina-1-beta dentro de sus funciones estimula la multiplicación de las células inmunitarias, aumenta la actividad de las células asesinas naturales y promueve la formación de anticuerpos especializados en ciertos patógenos. 

“La investigación, publicada en el Journal of the American Medical Association, utilizó una base de datos sueca de 106.464 pacientes que sufrían trastorno de estrés postraumático crónico, descubriendo que las personas con estrés prolongado tienen un 36% más de riesgo de desarrollar una enfermedad autoinmune” (4).

BIOSCIENCES SAS ofrece dentro de su portafolio de productos una amplia gama de opciones para el diagnóstico de enfermedades metabólicas, hormonales y autoinmunes que podrá consultar en la página:  https://biosciences.com.co/

Bibliografía: 

1 Norte digital, boletín 28 noviembre 2022.

2. Estrés y sus efectos en el sistema inmunológico, Clínica las CONDES; 05 de octubre, 2020.

3. Estrés y Autoinmunidad; asociación granadina de enfermedades autoinmunes; 3 Dic 2020 

4. El estrés y las enfermedades autoinmunes; Biosalud; 26 de agosto de 2019

5. El estrés, causante de las Enfermedades Autoinmunes por Aesthesis Psicólogos Madrid | 24 Sep 2019 | Psicología Clínica.

6. Estrés y telómeros, deterioro prematuro del ADN; Biosalud; 23 de diciembre de 2016. 

  1. Reed RG, Raison CL. Stress and the Immune System. Environmental Influences on the Immune System. Springer. 2016. ISBN : 978-3-7091-1888-7.
  2. Gouin JP and Kiecolt-Glaser JK. The impact of psychological stress on wound healing: methods and mechanisms. Immunol Allergy Clin North Am. 2011 Feb;31(1):81-93.
  3. Sommershof A. et al. Substantial reduction of naïve and regulatory T cells following traumatic stress. Brain Behav Immun. 2009 Nov;23(8):1117-24.
  4. Estrés y sistema inmune, Gómez Gonzales B, Escobar A. Rev Mex Neurociencia 2006; 7(1): 30-38